<<Decían que era susceptible, que se enfadaba con facilidad y demás... Pero sabía hacer algo que el resto ignoraba. Su melancolía solo surgía en soledad, sin importunar a otros con miradas perdidas y caras largas. Odiaba la compasión. Prefería mirar la ventana y observar un haz de luz reflejado en las tomas de polvo que hablar de ello con alguien que solo quería saciar su curiosidad y recrearse en sus suposiciones.
Pero como en todo, había excepciones, que fueron apareciendo a lo largo de sus malos momentos; excepciones con caras excepcionales, con nombres y apellidos. Excepciones gracias a la cuales, ahora puede presumir de quien realmente es.>>