Las carcajadas fluían de mi garganta a un nivel casi espasmodico. Los latidos de mi corazón parecían seguir el ritmo de la batería, el suelo temblaba con cada salto, las luces se fundían con la música y cuando sonó la canción llegó el climax, convirtiéndose así, en unas de las mejores noches desde hacía mucho tiempo.
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