<<Me introduje en tu radio de acción y el placer fue infinito. Deseoso de que cada segundo se transformara en una eternidad, formamos un bucle homogéneo de risas y complicidad. Todo era mutuo pero a la vez tan volátil como el vaho que generábamos al respirar tan agitadamente. De este modo, todo intacto se condensó a nuestro alrededor, creando nuestra propia atmósfera de sentidos y emociones. Y así, mientras todo giraba alrededor de nuestros cuerpos, un insensato impulso hizo que tu boca, encajada en una mueca de placer y diversión, pronunciasen aquellas palabras que tanto bien y daño provocarían a nuestras propias circunstancias.>>
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